Patricia de los Nísperos en persona

Patricia de los Nísperos en persona
"Patricia de los Nísperos en persona" Técnica: Disolvente sobre hule estampado y tintas. C.T. 2013

jueves, 1 de octubre de 2009

Taller Sur y el Altar de Pérgamo

  

El Altar de Zeus en la ciudad de Pérgamo fue un edificio grandioso mandado a construir por Eumenes II entre los años 164 y 156 antes de nuestra era. Fue descubierto por los arqueólogos alemanes hacia 1873. Es uno de los ejemplos más notables del arte griego posclásico que sobrevivió hasta nuestros días. Para verlo no hay que trasladarse hasta Turquía sino a Berlín, dónde se encuentra expuesto bajo un restringido horario de visita. El edificio era parte de la acrópolis de Pérgamo, ciudad famosa también por su biblioteca.
El tema que aborda el Altar de Pérgamo es reiterativo dentro de la producción helenística. Se trata de la gigantomaquia. En sus frisos se observan los vestigios de la lucha que los dioses libraron contra los terribles gigantes. Estos intentaron destruir el cosmos y establecer un caos que sólo los dioses, con mucho esfuerzo, pudieron superar para fundar un nuevo orden. Ahí, en los muros flanqueados por blancas escalinatas de mármol pentélico, quedan restos de mucha furia, de mucha acción y de  mucha angustia. Es una tragedia griega.
Nos parece que el Altar hoy nos habla más del siglo XIX que del Pérgamo griego que lo vio nacer. El Altar hoy nos cuenta más de los valores finiseculares de una Europa pronta a entrar en una guerra absurda que de los votos que prometían quienes lo visitaron en la época de Eumenes. El Altar es lo expoliado; es lo que según sus dueños actuales debe salvaguardarse en un Museo lejos de las catástrofes que pudiera sufrir en esas bárbaras tierras del cercano oriente. Hoy es cuestionable, cosa impensable hace más de 2170 años.
Iconográficamente es un friso muy rico porque aparecen numerosos personajes y faltan otros que no han podido sobrevivir al paso del tiempo. Los expertos que se llevaron los restos a Berlín para exponerlo en adecuados pabellones trabajaron mucho pero no pudieron reponer lo que faltaba. Los arqueólogos alemanes se encontraron con un imprevisto. Al rompecabezas le faltaban demasiadas piezas. El Altar era un signo mutilado, una obra a la que le faltaban demasiadas partes y obligaba a tomar alternativas en la reconstrucción.
Nos encantó la posibilidad de explorar en esos vacíos que encontramos en el Altar. ¿Qué soluciones plásticas encontrará ese vacío en cada uno de nosotros? ¡Una arqueología muy particular! Desde nuestra propia subjetividad y experiencia cada uno intentará crear una imagen que interprete e interpele alguna sección del friso y de esa manera volverlo vital. Tenemos como horizonte el hallazgo de una singular lectura de esta maravillosa obra griega y , como desafío,  actualizarlo en un acto de creación, remontarnos a los orígenes de estos acontecimientos y desde un placer estético extraerlos del olvido. Este diálogo que inevitablemente involucra al tiempo como médula de este particular modo de recordar nos permitirá ofrecerle un sentido distinto, nuevo –aunque sentido al fin– al que fue concebido.

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El simbolo devela la cara oculta de la realidad y al mismo tiempo vela la realidad para preservar su misterio.